La época más feliz de mi infancia es sin duda alguna, el tiempo que conviví con los Nuba de kau-Niaro.
Esto se debe a que permanecimos tres meses acampados a las afueras del pueblo de Nyaro y disponía de
tiempo suficiente para hacer buenos amigos con los que pasaba divertidos momentos. El escenario era ideal,
Sudán es un país tan extenso como desconocido donde aún se puede encontrar un Nilo sin domesticar y un Sáhara en estado puro.
Arriga Tia era nuestro mejor amigo Nuba Masakín.
Destacaba en la tribu por su inteligencia, elegancia y sentido del humor. Siempre estaba dispuesto a echarnos una mano en lo que hiciera falta.
Los permisos que nos concedían para entrar en la zona Sur del país eran expedidos únicamente para la realización de documentales sobre la fauna africana, descartando el poder realizar cualquier fotografía de las tribus.
Mientras estuvimos en Africa, mis padres jamás desatendieron mi educación, aunque no pudiera asistir diariamente a un colegio, como lo hacían la mayoría de los niños de mi edad en España.
Convivimos con los Nubas de Kau - Nyaro durante tres meses, con tanta proximidad, que la amistad y la integración con ellos resultó uno de los mayores regalos de nuestra aventura en Africa. Compartíamos con ellos nuestras costumbres y hábitos, siempre respetaron nuestras diferencias y su hospitalidad facilitaba la buena relación que tuvimos.
Durante nuestros dos meses de estancia con la tribu de Burram ( Nubas Mesakin ) pude compartir muy buenos momentos con el artista del pueblo, Hasham.
La salida y la puesta de sol solían ser los momentos en los que papá y yo nos aventurábamos a cazar crías de gacela o antílopes que tenían una carne muy sabrosa y tierna, ya que en épocas de escasez, dependiendo de la zona y la estación del año, nos teníamos que conformar con pequeñas tórtolas y gallinas de guinea.