Sudán ha soportado varias décadas la terrible desgracia de un país seccionado en dos mitades aparentemente irreconciliables: una árabe, fundamentalista islámica y la otra, de raza negra, animista y cristiana. Esta división ideológica conducirá inevitablemente a una guerra de veinte años interrumpida por el golpe de estado del presidente Numeri al que sigue un corto periodo de paz de apenas diez años (1972 a 1983), coincidiendo con nuestro viaje por esas tierras y abortado con otro golpe de estado en 1983, continuando sin tregua hasta nuestros días. Este verano se ratificaba el acuerdo de segregación del país.
En julio de 2011 el gobierno del Norte bombardeó las montañas Nuba, según nos comunicaba con su telefono vía satélite Awad Talodi, un amigo Nuba nacionalizado en España que presenció los hechos.
Resulta muy difícil creer que el Norte fundamentalista islámico ceda en este asunto tan delicado ya que los principales yacimientos petrolíferos están en la zona Sur y dispone del apoyo incondicional de China, que con su desmesurada demanda energética, sustenta con armamento moderno al gobierno del Norte.
Mi pregunta es:¿ por qué China apoya al gobierno del Norte si el petroleo está en el Sur? sospecho que la respuesta es bien simple: el Norte tiene costa al Mar Rojo y el oleoducto que se tendría que construir para transportar el crudo hasta el mar necesitaría estratégicamente atravesar sus tierras.
He intentado muchas veces analizar el por qué de esta desgracia y creo que el problema comienza a generarse en tiempos del colonialismo en el que las potencias Europeas dividieron Africa como si fuera un pastel de cumpleaños en el que se trocean las partes a gusto del consumidor, sin tener en cuenta que en cada pedazo había personas, costumbres y una enorme diversidad de culturas, crearon fronteras artificiales que en nada respetaban la realidad de sus gentes.
Sudán y Egipto fueron un solo país hasta 1956. El proyecto para la balcanización de Sudán data de finales del dominio colonial británico anglo-egipcio.
Hubo un movimiento fuerte para mantener unidos Egipto y Sudán como un único país árabe que luchaba contra los intereses británicos, sin embargo, Londres siguiendo el lema de "divide y vencerás" alimentó el regionalismo sudanés contra Egipto, de la misma manera que fomentó ese regionalismo en el Sur de Sudán hacia el resto del país.
Durante toda la ocupación británica de Sudán (1898-1956), Gran Bretaña mantuvo separadas las partes sur y norte, especialmente a partir de 1924 hasta su independencia en 1956, manteniendo la política de gobernar a Sudán como dos territorios esencialmente separados, el Norte (musulmán) y el sur (cristiano). Para conservar el sur bajo su control total, los británicos cerraron fronteras.
Esta es la clave del problema, en 1956 cuando Inglaterra abandona Sudán, no lo hace dejando dos paises independientes, alimentando de este modo un conflicto que arrastrará al país a una situación de 40 años de guerra civil, de lucha sangrienta entre sus gentes y de provocar indirectamente uno de los genocidios más violentos del siglo XX.
Mi infancia con estas gentes ha establecido un vínculo de compromiso que me obliga a denunciar el hecho de que el mundo ignore la desgraciada situación del pueblo Nuba provocada por poseer petróleo, uranio y oro en su suelo.
Por lo general occidente discrimina estas tierras de miseria alimentando las diferencias por intereses económicos, políticos, armamentísticos o sociales, descartándolos de su mal llamada "sociedad de bienestar".
Bien cierto es que los nuba no tienen agua caliente, ni luz, ni todas esas comodidades que nos rodean en nuestra vida cotidiana, pero me atrevo a decir que están cientos de años más avanzados socialmente que nosotros, los llamados "países desarrollados" han retrocedido en cuestiones relativas a la solidaridad, mentalidad de grupo o vida comunitaria, valores que protegen los nuba y que constituyen su gran tesoro cultural.
Nuestra sociedad alimenta diariamente la marginación, la soledad, el egoísmo y la mentira, los nuba desconocen estos conceptos, llevan cientos de años viviendo en armonía entre ellos y con la madre tierra como muchas otras tribus de Africa.
Creo que deberíamos atender el principio básico de respeto e igualdad de todos los pueblos, permitiéndoles vivir en paz, estimando su propia evolución y armonía, sin imponer religión, ni costumbres que ellos no deseen incorporar a su tradición.
Nuestra máquina de desarrollo y poder es tan voraz que ya no se sostiene y hemos optado por mantenerla en pie a cualquier precio, llevándose por delante lo que sea, aunque la realidad es que los cimientos de nuestra sociedad de desarrollo empiezan a quebrarse a una velocidad galopante.
Los nuba son un pueblo que conserva la delicadeza y el espíritu puro de aquellos que bien de un modo maravillosamente ingenuo o de una clarividencia y madurez sin parangón, han establecido el equilibrio perfecto entre el hombre y su entorno.
De los 2.000.000 de nubas que poblaban el centro de Sudán en 1975 y que tuve el inmenso privilegio de conocer, aprender y convivir con sus gentes, hoy en día apenas quedan unos 250.000 en campos de refugiados, sirva esto de denuncia e indignación por el sangriento exterminio de una de las razas más extraordinarias de la tierra.