Las luchas Masakin comienzan a primera hora de la tarde, si el combate es entre héroes, al mediodía, cuando el calor aprieta más que nunca y pueden demostrar su superioridad y valentía.
Hoy la reunión es espectacular, hay por lo menos unas 3.000 personas, están ansiosos bajo los árboles y los arbustos esperando que den comienzo las luchas.
De repente, se ven unos 6 o 7 jóvenes pintados y cubiertos de ceniza corriendo, cuando son interceptados por otro grupo en su carrera, golpean el suelo con el abanico de ceremonias.
Les siguen otros hombres corriendo, y así, de repente, en pocos minutos se organiza un gran bullicio.
Por todas partes aparecen Nubas con timbales e instrumentos de viento, las mujeres bailan pateando el suelo, dando gritos y sonidos agudos, los luchadores emiten unos extraños ruidos guturales imitando el bramido del buey y agitan violentamente sus manos.
Cuando el circulo está cerrado en torno a ellos, comienzan su extraordinaria danza y caen en una especie de éxtasis, en este estado, los luchadores se concentrarán y ya nadie podrá hablar con ellos.
Cada luchador escoge a su adversario, en cuclillas se observan, en este momento es cuando tomarán la decisión: si uno de ellos no está dispuesto a pelear, tranquilamente, sin mediar palabra, se levantará y se alejará del contrincante. Es posible que lo encuentre superior y prefiera luchar con otro de su talla.
Pero también hay retos en los que el luchador no podrá negarse sin evitar perder su honor, cuando ésto ocurre, caerá de rodillas frente a su contrincante y en esta posición, bailará con los brazos extendidos tocando el suelo con las palmas de las manos, éste reto es siempre aceptado y suelen ser las luchas más espectaculares, pues el retado no quiere perder de ninguna de las maneras.
Cada pareja de luchadores tiene un árbitro que interrumpe la pelea cuando sus fuerzas están igualadas. Entonces la cosa queda en tablas. No está permitido luchar sucio.
Cuando comienzan, después de estar un buen rato observándose, de tanto en tanto, uno de ellos prueba a tocar la cabeza del contrincante con precaución manteniendo las distancias. Estos intentos duran hasta que uno de ellos, a la velocidad del rayo, intenta con destreza agarrar la cabeza o la pierna del otro y consigue tumbarlo de espaldas contra el suelo. El que lo consigue sale vencedor. La ténica es similar a la empleada en las luchas grecorromanas.
A medida que trascurre el tiempo, el gran círculo se divide en varios más, con los luchadores en el centro, se divisan los estandartes de las tribus: los de Tadoro, Burram, Reikha, etc.
El sonido es abrumador... el incesante repicar de los timbales, los gritos de los espectadores, el chistar de las mujeres que victorean a los luchadores de sus pueblos, el polvo que se levanta entre la masa de gente que corre, lucha y baila...el calor
Cuando acaba un combate, el vencedor es alzado en hombros por su padre, un hermano o un amigo, le entregan la lanza con el emblema de su pueblo, le tiran ceniza y le ofrecen beber agua de una calabaza.
El premio es una rama de la que se obtiene, una vez quemada, ceniza blanca que tiene un significado ritual de fuerza y salud. No se les ofrece un premio material, esto sería indigno, ellos luchan para la gloria, para ser merecedores de su estirpe.
Las peleas terminan justo antes del anochecer, las mujeres ya han encontrado sus zonas para la acampada donde se come, se bebe “marissa”, se canta y baila en diversos grupos formados por familias y amigos.
Los luchadores, sin embargo, no beberán marissa ni tampoco mantendrán contacto íntimo con sus mujeres o novias.