La posesión más valiosa de un nuba es su cuerpo, la máquina que le permitirá sobrevivir en las montañas y desarrollar plenamente las tareas cotidianas.
La piel será entonces el envoltorio delicado que le protege y le relaciona con el mundo. La dedicación de esta raza a embellecer sus cuerpos, los cuidados y la naturalidad con la que los adornan, es quizás, reflejo de sus espíritus y muestra del respeto que se tienen a si mismos y a su entorno.
Mostrar la piel desnuda podría interpretarse como la manera informal de vestirse a diario, decorarla con esos pigmentos de una belleza extraordinaria, el modo de celebrar y consagrar con ritos ancestrales este culto al cuerpo.
La técnica empleada por los Nubas de Niaro consistía en mojar el cuerpo y extenderse una base de ceniza blanquecina por toda la piel, sobre la que seguidamente trazaban con gran precisión unas líneas con carbón que posteriormente rellenaban con pigmentos naturales y que aplicaban con una astilla de caña de mijo ayudados de un pequeño espejo.
Sus cabezas se adornaban afeitando algunas partes del pelo y dejando otras que cubrían de barro para luego aplicar pigmentos y plumas de gallina.
Algor, el hombre que aparece en las fotos, gran amigo , os muestra algunas de estas técnicas que mi padre pudo fotografiar durante nuestra estancia con los Nubas de Niaro, tribu que nos brindó su hospitalidad y con la que compartí costumbres y aventuras.