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Aventura
Nyaro
Sensacion de libertad absoluta


 

Una experiencia que recuerdo con gran intensidad, fue la vivida en Nyaro, donde se encuentran los Nubas más puros, o mejor dicho, los menos influenciados por los árabes del Norte.

 

Estos Nubas viven completamente desnudos y pintan sus cuerpos con pigmentos naturales.

 

En este poblado acampamos tres meses, tiempo que me permitió hacer una pandilla de amigos.

 

Lo recuerdo como una época realmente entrañable por la sensación de libertad absoluta, dormía desnudo y al despertarme salía corriendo sin ropa a buscar a otros niños del poblado y pasábamos el día entero jugando.

 

El entorno era ideal para disfrutar con aquellos gigantescos baobabs y las inmensas rocas a pie de montaña

 

 

Me gustaba mucho enseñarles comics y enciclopedias que traíamos y alucinaban al ver imágenes de las ciudades, cómo funcionaba el metro, cómo se canalizaban las aguas, cómo vivíamos apilados unos encima de otros en edificios y esto les parecía cómico, se tronchaban de la risa ...

 

Otras ilustraciones que les fascinaban eran las del dibujante Ibañez: Mortadelo y filemón era su favorita, supongo que sería por las transformaciones de Mortadelo.

 

Bashir, que era mi mejor amigo, decoró el interior de la choza de su madre con páginas de estos cómics, el resultado era espectacular!

 

Cerca del poblado había un puesto de militares del Gobierno del Norte que tenían la misión de islamizar e introducir el comercio a estos Nuba de kau-Nyaro.

No les gustaba nada el hecho de que yo estubiera desnudo.

 

Mis padres, que no querían causar problemas, decidieron, como acto diplomático, apuntarme a la Madresa (escuala árabe), así que yo vivía desnudo la mayor parte del tiempo y sólo tenia que vestirme 2 horas diarias para asistir a las clases.

 

La Madresa era una construcción realizada con madera y techo de paja y los bancos eran palos colocados en el suelo.

Eso sí, tenían una pizarra grande en la que escribían en árabe frases muy aburridas que nos hacían repetir una y otra vez: yo soy el niño, tu eres la niña, yo soy el niño del pueblo, tu eres la niña del pueblo...en fín, no eran temas de gran interés para mi.

 

Si algún niño se retrasaba en la llegada a la escuela les propinaban una tremenda paliza con una vara de acacia y recuerdo con tristeza la que le dieron a una niña de unos siete años... nunca olvidaré sus ojos llenos de lágrimas.


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