Los niños Nuba fabricaban sus propios juguetes con caña de mijo y cortezas de árbol...no hay otro modo de conseguirlos por esas latitudes. Nada se compra, nada se vende...todo se da.
Desde niño se aprende que solo poseemos lo que la tierra nos regala y lo que nuestras manos pueden fabricar...
pero muy pronto se descubre que la tierra nos ofrece todo aquello que necesitamos para vivir en paz y armonía.
Un Nuba escucha lo que la Madre Tierra le dice, toma de ella lo que precisa y canta y baila para celebrar estos dones. La felicidad y la sabiduría de estas gentas brota del equilibrio permanente que establecen entre la naturaleza y el hombre.